¡MIERDRA!
URDO, EN MORDIDA MENDAZ
AL ÁNGEL MAGNÉTICO DE...
UNA LUZ INDOLENTE
UN PRESAGIO DESVARÍO
RÍO EN EL LÍMITE
CANTO MONTADO
EN UNA AURORA LEJANA
NADA ME QUEDA
SINO ESTAS MANOS VACÍAS

O SERÁ QUE LA AURORA
YA NO ES LEJANA Y APARECE UN NUEVO CANTO
Y TAL VEZ ME ESTREMECE VER DE NUEVO LLENARSE MIS MANOS
Y YA NO ESTÁS TÚ SOLAMENTE,
ESTAMOS TODOS.....
CRECIDOS HASTA EL INFINITO
METAMORFOSEADOS EN PURA EMOCIÓN
EN MELODÌAS

¡mierdra!
los huesos osan recantarse
en las pierdras
de la vida que se abren
¡mierdra, la hiedra cabalgante!
exubera el poema
mitad vacío y medio lleno
excriban,
¡qué bola el vuelo
de inter-re-chinante!

Marcas
las hoces caen por delante
de las mujeres hartas del objeto
del sometimiento puro a la raíz
del miedo a las eternas lapidaciones
sucias
la hiedra las envuelve como manto
y las aprieta hasta que sus huesos rechinan de dolor.
Y no, la aurora no aparece
y los que están
insisten en degollar las curvas
con miradas ávidas y ausentes.
No obstante
las manos insisten
en pasar y acariciar
aunque más no sea con palabras.